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LA UTOPÍA DEL VOTO INFORMADO

Publicado: 2016-05-27

El estado está invirtiendo esfuerzos y dinero, por medio de los organismos electorales (ONPE y JNE , básicamente), en la promoción del denominado “voto informado”; pero esta campaña de promoción, sugiere que un “voto informado” es un “voto responsable”, y que a mayor voto informado, mayores posibilidades de tener un “buen gobierno”. 

Líricamente, suena bien y hasta coherente; algo así como que podemos realmente, con nuestro voto, garantizar –o elegir- un buen candidato que a la vez, realizará un buen gobierno. Sin embargo, no tiene sentido.

Pero ¿qué es un voto informado? En pocas palabras, es un conjunto de acciones que debe realizar cada elector, a fin de decidir razonablemente, una de las ofertas electorales, previo al sufragio. Por ejemplo, leerá el programa o plan de trabajo, la hoja de vida del candidato o de la plancha presidencial (en este caso, tratándose de una elección general para elegir al nuevo Presidente de la República, conjuntamente, con los 02 vicepresidentes), en fin.

Desde otra lectura, se trata de informarse de los candidatos, antes de elegir a uno de ellos, y convertir ésta decisión, en un voto. Si estoy informado, entonces, podré emitir un “voto informado”. No obstante, no es tan simple como parece. Podré dedicar mi tiempo, esfuerzo y dinero en informarme sobre las ofertas electorales, analizaré y sintetizaré la información consumida, y calificaré en grado de importancia, coherencia o razonabilidad, una de ellas. Para mí, entonces, una de las ofertas es la más razonable y merece ser elegida, o en todo caso, merece mi voto.

Asisto al sufragio, emito mi “voto informado”, y listo. He cumplido como ciudadano responsable, razonable y coherente. ¿Qué me garantiza que la opción elegida, cumpla con su plan de gobierno? Nada. No puede saberse, no podemos leer ni ver el porvenir. No tiene sentido.

Entonces, el voto informado, es una utopía. Y no solo eso, sino que es un factor que algunos utilizan para calificar a los electores en 02 grupos: los que “saben votar” y los que “no saben votar”. Es más, esto lleva a la aparición de actitudes agresivas y de irrespeto hacia el libre ejercicio de la ciudadanía. Para algunos ciudadanos, de acuerdo a sus propios raciocinios, ya tienen un candidato al cual consideran el mejor, porque se han informado, y no solo esperan, sino, inducen a que los otros ciudadanos coincidan con su decisión, si no lo hace, es un ciudadano que “no sabe elegir”, que no se ha informado, que es un irresponsable, o en el peor de los casos, lo colman de insultos y adjetivos peyorativos.

No se entiende que en la elección de un candidato, intervienen factores subjetivos propios de cada individuo. Y es el producto legítimo del uso libre y soberano de su ciudadanía. Si sabe o no sabe votar, ello no tiene lugar, es absurdo. No puede saberse, no puede afirmarse quién es el candidato ideal, cuál es la ofertad más coherente, quién merece ganar una elección. Es simple, es una elección individual, y soberana. En esta lógica, el voto informado, como se vende, es un sinsentido. Es más, con el uso que muchos le dan, de calificar a los electores en “buenos” y “malos”, lo han convertido en un instrumento que agrede a la soberanía de la libertad ciudadana. Y tiene un agravante, si el candidato elegido, realiza un pésimo gobierno, no es su responsabilidad, sino, es responsabilidad ciudadana; los ciudadanos no supieron elegir. No se informaron. A esto llegamos, con la utopía del voto informado.


Escrito por

Juan Montenegro Ordoñez

Ciudadano peruano.


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